Escúchalo: El Poder de las Palabras
¿Alguna vez has notado cómo las palabras que usas pueden cambiar por completo cómo te sientes? Tal vez has pasado por momentos en los que una simple frase te ha dado fuerzas o, por el contrario, te ha hundido más en la desesperanza. Las palabras tienen un poder increíble y Jesucristo lo sabe. Por eso nos insta tantas veces a que escuchemos su voz porque sabe que si lo hacemos e internalizamos sus palabras, podemos moldear nuestra realidad y encontrar mas gozo y paz.
El Poder del Lenguaje y Nuestra Mente
La Programación Neurolingüística (PNL) nos ayuda a comprender cómo el lenguaje influye en nuestra mente y comportamiento. Lo que repetimos constantemente se convierte en nuestra verdad.
Si repetimos la frase: "Nunca seré lo suficientemente buena. Siempre fallo." Nuestro cerebro lo asimila y nos sentimos desanimadas. Pero si leemos las escrituras, Cristo dice: “Te basta mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:9).
Si escuchamos al Senor y mejor repetimos: "Con la ayuda de Cristo, soy suficiente. Su gracia me fortalece, incluso en mis debilidades." Entonces nuestro interior se alinea con esa verdad, y nuestra confianza se fortalece.
La psicología positiva y la neurociencia ha demostrado que las palabras negativas pueden activar el centro del miedo en nuestro cerebro, aumentando el estrés y la ansiedad, mientras que palabras positivas pueden generar serotonina y dopamina, neurotransmisores que nos hacen sentir paz y bienestar.
Si nuestra mente está constantemente repitiendo pensamientos de miedo, angustia o autocrítica, podemos reemplazarlos con las palabras de Cristo. Al escuchar y meditar en Sus enseñanzas, no solo cambiamos nuestro lenguaje, sino que transformamos nuestra perspectiva y nuestra vida.
Cristo y el Poder de la Palabra
Jesús entiende perfectamente el impacto del lenguaje. Cuando le dijo a Jairo: "No temas, cree solamente" (Marcos 5:36), estaba usando palabras para disipar su miedo y sembrar la fe. Sus enseñanzas nos invitan a hablar con amor, confianza y esperanza.
Durante mi divorcio, me sentía abrumada por el temor: miedo por mi familia, por mis hijos, por nuestra situación financiera… Había tantas incertidumbres que a veces parecía imposible encontrar paz. Sin embargo, en medio de todo, sabía que lo mejor que podía hacer era aferrarme al Salvador.
Con esa certeza ayuné y asistí al templo cada semana durante casi seis meses. En esos momentos sagrados, especialmente en el Salón Celestial, el Señor me enseñó con ternura. A través de las Escrituras, me dio ánimo y dirección, mostrándome paso a paso lo que debía hacer.
Casi al final de esos meses, al reflexionar sobre las palabras con las que Él me había guiado, noté algo asombroso: la mayoría de los versículos con los que me había instruido estaban bajo el encabezamiento de "temor" en la Guía de Estudio de las Escrituras. En ese instante lo comprendí—durante todo ese tiempo, el Señor me había estado enseñando a no temer, sino a confiar en Él. Sus palabras llenaron mi mente y mi corazón, y gracias a ellas pude enfrentar mi situación con mayor fortaleza.
En verdad, escuchar su voz y dejar que sus palabras guíen nuestros pensamientos y nuestro lenguaje nos transforma. "...deleitaos en las palabras de Cristo, porque he aquí, las palabras de Cristo os dirán todas las cosas que debéis hacer." (2 Nefi 32:3)
Cómo Podemos Aplicarlo en Nuestra Vida
Dado el poder de nuestras palabras, podemos hacer pequeños cambios para transformar nuestra manera de pensar y vivir:
🔹 Escuchar y atesorar Sus palabras: Pasar tiempo en las Escrituras y dejar que moldeen nuestra manera de hablar y actuar.
🔹 Vigilar nuestro lenguaje interno: Identificar y reemplazar pensamientos negativos con afirmaciones llenas de fe.
🔹 Usar palabras edificantes con los demás: Evitar críticas destructivas y en su lugar, fortalecer a quienes nos rodean con palabras de aliento.
Conclusión
La ciencia confirma lo que Él nos enseñó: nuestras palabras moldean nuestra realidad. Cuando elegimos hablar con fe y positivismo, no solo transformamos nuestra mente y emociones, sino que también nos acercamos más a Él.
Hoy te invito a hacer un pequeño experimento: presta atención a tus palabras y cambia una frase negativa por una promesa del Señor. Después ven y cuéntame en los comentarios que cambios notaste, me encantaría saberlo.
💛Con amor,
Rocio Gomez,
Directora de Tiempo Para Nosotras